Bloqueo, propaganda y medios contra Cuba

Por Henrik Hernandez

 

En este artículo deseo hablar sobre el rol del bloqueo comercial, económico y financiero contra Cuba por parte del Imperialismo (EE. UU.) y la guerra mediática que se libra contra la población cubana, desde los dirigentes hasta los más sencillos ciudadanos.


Las medidas extorsionistas y de otra índole que conforma todo un tinglado de leyes y decretos norteamericanos y la aplicación indiscriminada y extraterritorial tiene un efecto que va más allá de la economía y el nivel de vida de cada individuo de la sociedad cubana, es el efecto psicológico.

La inducción de carencias materiales, alimentos, medicinas, combustibles que llevan al corte del suministro de energía eléctrica, dificultades de funcionamiento del transporte público y de carga, la industria y otras esferas productivas tienen un efecto devastador a nivel psicológico dentro de la población conllevando a la creación a un estado de ánimo negativo colectivo, no exento de actos violentos, protestas pasivas y activas.

El objetivo es crear la desestabilización, la ingobernabilidad a través de la turbulencia social e intentar canalizar por medio de la propaganda a través de la desobediencia civil, actos de corrupción y otros delitos comunes, que provocan la ineficiencia del aparato administrativo del estado a todos sus niveles y la negligencia de los funcionarios, que buscarán la solución en realizar cambios contraproducentes, para apaciguar el sentir popular, que en vez de ser verdaderas soluciones, profundizan el estado de “estrés colectivo” de toda la sociedad.

En ese estado de “terror permanente” se produce la disociación de los individuos que buscan la salida de esa situación apabullante, encerrándose en un estado psicológico de negación y duda a través de la enajenación social, busca su refugio en entretenimientos, sexo, drogas y la emigración. Al mismo tiempo, los dirigentes recurren a medidas y métodos, justificándose con la necesidad de hacer cambios, pero asumidos por el enemigo como signo de debilidad y provocando que las medidas punitivas se intensifiquen mucho más.

El enemigo trabaja para alcanzar un punto de ruptura en la resistencia del pueblo cubano a nivel individual y colectivo, con el único fin de lograr un cambio de sistema “como la única solución posible y definitiva”, la rendición y capitulación, abandonando la idea de la independencia y soberanía subordinándose a intereses foráneos en detrimentos de los propios.

Al mismo tiempo, existe todo un sistema de medios y métodos propagandísticos están en función de esos fines planeados por mentes macabras. TV, radio, medios sociales en las redes, creación y activación de activistas y organizaciones, etc., todo bajo estricta planificación y financiamiento de órganos de inteligencia enemigos a través de organismos y organizaciones no gubernamentales como fachada.

La propaganda dirigida y la exposición larga a los medios portadores de la misma, conllevan a una influencia continuada que atrofia las regiones superiores del cerebro como es el Neocórtex, inhibiendo las funciones cognitivas y la activación del hemisferio derecho, además produce sobre dosis de endorfinas (los opiatos naturales del organismo) creando dependencia psicológica y fisiológica como receptor de la propaganda.

La inhibición de las zonas superiores y frontales del cerebro traen consigo que la actividad cerebral se desplaza al sistema límbico (complejo o cerebro reptiliano), que limita las reacciones a los factores externos (efectos de la propaganda y las dificultades de satisfacer las necesidades materiales y económicas) a la utilización de mecanismos básicos primitivos programados en nuestra herencia. Esto provoca que el individuo no pueda distinguir entre la invención (fake news) y la realidad, es decir, que la persona asume la falsa noticia o manipulada como una verdad contundente.

Es por ello que muchos asumen a través de la propaganda el “sueño americano” y aversión hacia la propia historia y cultura, sin sospechar que es una pesadilla, y en muchos casos asumen una rebeldía sin causa real a través del apoliticismo, la práctica de actos en la zona gris entre la legalidad y la ilegalidad y la migración, donde en muchos casos se incorporan al mecanismo mediático contra su propia Patria como promotores de más bloqueo y activistas propagandísticos subordinados al enemigo.

 

 

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